La primavera significa que todo vuelve a florecer y por
tanto, que el campo reverdecerá y las huertas comenzarán a dar sus frutos.
Quizá no al principio, pero mayo y junio son los meses preferidos para los
sibaritas que quieren disfrutar de alimentos biológicos y deliciosos.
Especialmente frutas y verduras.
En cuanto llega el buen tiempo, llama la atención la
cantidad de puestos “caseros” que pone la gente a las puertas de su casa o a
los bordes de las carreteras secundarias. Basta una mesita y un cartel para
anunciar que venden las verduras y las frutas que ellos mismos han cultivado en
sus jardines y huertos.
Los espárragos marcan el punto de inicio de toda esta feria
comercial casera. Unos espárragos gordos y blancos que están buenísimos. Para
mi gusto, a veces, demasiado hebrosos, pero de sabor… estupendos. Además dicen
que son especialmente buenos para la salud. Como todo, supongo. Pero lo que sí es
cierto es que para la “operación bikini” van fenomenal y quizá por eso, durante
esos dos meses los encuentras hasta en formato yogur. Es una cosa
impresionante.
A finales de mayo también empiezan a aparecer las conocidas
como “patatas nuevas”. Mis favoritas. Y es curioso porque en el supermercado
siempre encuentras redes con un kilo, dos kilos… hasta cinco kilos. Patatas de
batalla. Pero de pronto aparecen cajas de cartón llenas de patatas sucias,
informes, grandotas y a granel. Esas son las buenas.
Hay que cogerlas con la
manita y seleccionar uno mismo las que quiere. Después las lavas en casa y son
deliciosas. Nada que ver con las que vienen en red. Además, inexplicablemente
suelen ser más baratas. Igual que si hay suerte y las encuentras al borde de algún
camino, como decía. Allí puedes hacer con un buen saco de patatas. Eso sí… hay
que consumirlas deprisa, porque por alguna razón física que desconozco, las
verduras en Austria duran un abrir y cerrar de ojos. No tienen conservantes y
empiezan a estropearse y pudrirse en cuestión de días. Lo digo para que nadie
pique y compre 10kg si no piensa alimentarse exclusivamente de patatas toda la
semana. Que es el tiempo que le van a durar antes de tener que tirarlas. Y eso
se aplica a todas las verduras, frutas y tubérculos que hay. Hay un ligero
margen, por ejemplo en las manzanas… que son eternas, pero lo mejor es no
contar con más de 10 días para ningún alimento. De ahí su calidad y su sabor.
En el caso de las patatas nuevas no les doy más de 3 días. Se estropean en
seguida, pero eso sí, a cambio, tienen un ligero toque a nuez y un sabor muy
suave, que las hacen tan cotizadas.
También es temporada de fresas. Que acaban apareciendo en
todos los platos de la casa. Su temporada se extiende hasta agosto, más o menos.
Grandes, dulces y aromáticas. Pero perecederas en cuestión de horas. Cuidado
con esto. Y que conste que yo adoro las fresas. Otro día os hablaré de la leche
de este país, que es magnífica. Pero uniendo ambos ingredientes: leche y
fresas, se consiguen los mejores batidos que podáis imaginar.
Por último, mencionar que en mayo también florece el saúco.
Planta medicinal por excelencia, sobre todo por su labor desintoxicante,
laxante, antiviral y antiinflamatoria.
Sin embargo en Austria se consumen sus
bayas sin mayor problema y al final de mayo empiezas a ver las mermeladas,
jarabes, siropes e incluso algunas personas hacen pastel de sauco, lo que al
fin y al cabo mata dos pájaros de un tiro. Calma el hambre y cura la
enfermedad. Y está bastante bueno. Si venís a Austria desde finales de abril
hasta finales de junio… sentaos a la mesa, que os sentará muy bien!
Después, al final de la primavera comienza la temporada alta
para el sibarita. Se cosechan los
primeros espárragos, florece el saúco, maduran las fresas tempranas y, durante
un breve período de tiempo, se cosechan las “patatas nuevas”, la primeras
patatas.
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