Dicen que los vieneses son especiales. Para mí todos los
austriacos lo son y no siempre en un sentido positivo. Pero es cierto que el
caso de los vieneses es algo destacable. A mí es que no deja de sorprenderme.
Se dice que son personas que disfrutan paseando por los
cementerios una tarde de sábado… y no debe andar muy desencaminada la cosa. De
hecho, en cuanto llega el otoño, se visten de negro de los pies a la cabeza y
se enlutan extraoficialmente hasta que llega la primavera. En ese momento,
cogen toda la ropa de colores de su armario y sin orden ni concierto se la
ponen como si hubiera premio para el conjunto más psicodélico y delirante de
todos. Te centellea la pupila. No hay término medio.
El caso es que esto se hace extensivo a todos los ámbitos de
su vida diaria. Y es que los austriacos son gente muy cariñosa, pero los
vieneses están hechos de otra pasta. No digo que no sean cariñosos, a su
manera, lo que sí es verdad es que tardan siglos en llegar a ser capaces de
demostrar ese afecto. Viven en eterno pique con todos los demás austriacos
procedentes de otras ciudades. Y es que tienen una forma de ser bastante
peculiar. Me explico: un vienés nunca, jamás, te dirá que no a una propuesta.
Ellos suelen decir que sí a todo. Un sí abierto y carente de garantía. Pero un
sí. Y después… desaparecen literalmente. Un vienés nunca jamás se enfrentará
contigo, simplemente dejará de hablarte, de contestarte al teléfono, de leer
tus mails e incluso cambiará de bar si es necesario para esquivar la fea tarea
de tener que arrojar una negativa. Tú quedas con un amigo en tomar café y
pueden pasar dos cosas. Si la fecha era en firme, te mandará un mensaje de
texto (que bastante impersonal) para cancelar la cita, 20 minutos antes; y si
la fecha estaba en el aire… nunca volverás a saber de él.
No es una postura muy valiente, pero es lo que hay. Lo que
quiere decir que si hacéis una solicitud oficial de cualquier tipo y no les
interesa, no pueden ayudaros o simplemente no quieren, no se van a molestar ni
en contestar. Porque si no es el caso, contestan (incluso desde la
Administración pública) en cuestión de segundos. Y esto hay que tenerlo en
cuenta. Insistir no sirve absolutamente de nada. No van a contestar y punto.
Hacer amigos, no es fácil y si os parece fácil… es que no estáis conociendo
vieneses sino gente de cualquier otro punto del país, que es la mayor parte de
la población de Viena, incluso de otros países. Es una ciudad fabulosamente
cosmopolita en ese sentido.
Los vieneses son indolentes, por no decir pasotas, y lo
saben. Incluso se sienten orgullosos de ello. Y parece que nada puede
conmoverlos hasta que uno cruza la línea entre lo que prohibido y lo permitido
(o lo que ellos consideran que está prohibido que esto es materia de otro post
diferente), caso en el que saltan como dragones y dan rienda suelta a sus más
bajos instintos y mala educación. Pero
eso pasa poco. Lo normal es que te ignoren de la forma más absoluta. Conoceréis
gente de otras ciudades y os encantará.
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