17.4.14

LA INDOLENCIA VIENESA



Dicen que los vieneses son especiales. Para mí todos los austriacos lo son y no siempre en un sentido positivo. Pero es cierto que el caso de los vieneses es algo destacable. A mí es que no deja de sorprenderme.
Se dice que son personas que disfrutan paseando por los cementerios una tarde de sábado… y no debe andar muy desencaminada la cosa. De hecho, en cuanto llega el otoño, se visten de negro de los pies a la cabeza y se enlutan extraoficialmente hasta que llega la primavera. En ese momento, cogen toda la ropa de colores de su armario y sin orden ni concierto se la ponen como si hubiera premio para el conjunto más psicodélico y delirante de todos. Te centellea la pupila. No hay término medio.
El caso es que esto se hace extensivo a todos los ámbitos de su vida diaria. Y es que los austriacos son gente muy cariñosa, pero los vieneses están hechos de otra pasta. No digo que no sean cariñosos, a su manera, lo que sí es verdad es que tardan siglos en llegar a ser capaces de demostrar ese afecto. Viven en eterno pique con todos los demás austriacos procedentes de otras ciudades. Y es que tienen una forma de ser bastante peculiar. Me explico: un vienés nunca, jamás, te dirá que no a una propuesta.
Ellos suelen decir que sí a todo. Un sí abierto y carente de garantía. Pero un sí. Y después… desaparecen literalmente. Un vienés nunca jamás se enfrentará contigo, simplemente dejará de hablarte, de contestarte al teléfono, de leer tus mails e incluso cambiará de bar si es necesario para esquivar la fea tarea de tener que arrojar una negativa. Tú quedas con un amigo en tomar café y pueden pasar dos cosas. Si la fecha era en firme, te mandará un mensaje de texto (que bastante impersonal) para cancelar la cita, 20 minutos antes; y si la fecha estaba en el aire… nunca volverás a saber de él.
No es una postura muy valiente, pero es lo que hay. Lo que quiere decir que si hacéis una solicitud oficial de cualquier tipo y no les interesa, no pueden ayudaros o simplemente no quieren, no se van a molestar ni en contestar. Porque si no es el caso, contestan (incluso desde la Administración pública) en cuestión de segundos. Y esto hay que tenerlo en cuenta. Insistir no sirve absolutamente de nada. No van a contestar y punto.
Hacer amigos, no es fácil y si os parece fácil… es que no estáis conociendo vieneses sino gente de cualquier otro punto del país, que es la mayor parte de la población de Viena, incluso de otros países. Es una ciudad fabulosamente cosmopolita en ese sentido.
Los vieneses son indolentes, por no decir pasotas, y lo saben. Incluso se sienten orgullosos de ello. Y parece que nada puede conmoverlos hasta que uno cruza la línea entre lo que prohibido y lo permitido (o lo que ellos consideran que está prohibido que esto es materia de otro post diferente), caso en el que saltan como dragones y dan rienda suelta a sus más bajos instintos y mala educación.  Pero eso pasa poco. Lo normal es que te ignoren de la forma más absoluta. Conoceréis gente de otras ciudades y os encantará.

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