Austria es famosa, entre otras cosas, por sus mercadillos
temáticos. Y es que se pasan el año alfombrando la ciudad con chiringuitos de
lo más variopinto. Otro día os hablaré de los mercadillos de Adviento, pero es
que ahora, tocan los de Pascua, que tampoco tienen desperdicio.
A principios de marzo ya se pone la gente a pintar huevos y
a decorar con ellos los árboles de sus jardines o las ventanas de las casas.
Hay huevos de plástico que se compran en cualquier sitio, pero son muy feos y
no tienen gracia, hay huevos de cerámica o de barro para pintarlos y
conservarlos y, sobre todo, hay huevos normales, vaciados y pintados. Estos son
los mejores y es muy divertido hacerlos uno mismo. Por supuesto también hay
huevos de chocolate o de caramelo, de los que hay en todos los países… esos
envueltos en papel brillante.
Pero en los mercadillos puedes encontrar verdaderas virguerías.
Hay de todo. Con diseños espectaculares, incluso horadados y troquelados. Es
impresionante. Al final es casi imposible decidirse. Gustan todos, pero lo
cierto es que no sirven más que para decorar un par de semanas al año y con
mucho cuidado porque son preciosos, pero eso sí, son de “mírame y no me toques”
porque se rompen con respirarles cerca. Una pena.
Lo cierto es que en estos mercadillos se pueden encontrar
muchos más objetos de decoración para la casa, adornos, juguetes, artesanías y
con suerte, algún producto típico para comer o beber. Caros, eso sí, porque
esto de comprar comida en los puestos de las ferias en Austria es
extraordinariamente caro. Otra cosa es tomarse allí una cerveza… eso sí te lo
puedes permitir.
Quizá lo mejor, para mí, son los talleres para aprender a
decorar huevos. Orientados casi totalmente a los niños, pero a mí me hipnotiza
mirar cómo lo hacen y casi me dan ganas de preguntar
si me admiten. Es muy
divertido. El procedimiento es sencillo. Primero se “soplan los huevos”, es
decir, se vacían y se lavan. Luego se dibuja y se pinta y después, si quieres,
los puedes rellenar de chocolate casero… eso ya es para nota. Ah! Y también
está la opción de comprar en el supermercado huevos cocidos, que ya vienen
pintados de algún color. Muy brillantes además y muy divertidos.
La idea de hacer huevos de chocolate y decorarlos es que la
mañana de Pascua, dicen un conejito blanco aparecer desde lo más profundo del
bosque y esconde huevos de oro en los huecos de los árboles. Hay que salir a
buscarlos y si encuentras uno, tendrás
suerte y abundancia durante todo el año. Por eso en Europa y América se ha
tomado la costumbre de envolver los huevos de chocolate con papel de charol.
En Austria, los niños salen con una cestita de mimbre y se
hacen al campo para llenarla con huevitos de chocolate de todos los tamaños.
Esos huevos son un tesoro y los guardan como tal. Mientras que los huevos
cocidos y que son un solo color, que se compran en el supermercado, suponen la
merienda de ese día… y para comérselo hay que chocarlos uno contra otro a ver
quién lo casca antes. Incluso pueden formular un deseo y el que quede entero
por más tiempo será el que consiga que se le cumpla. Es una fiesta de lo más
divertida.
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