22.4.14

PRODUCTOS DE PRIMAVERA



La primavera significa que todo vuelve a florecer y por tanto, que el campo reverdecerá y las huertas comenzarán a dar sus frutos. Quizá no al principio, pero mayo y junio son los meses preferidos para los sibaritas que quieren disfrutar de alimentos biológicos y deliciosos. Especialmente frutas y verduras.
En cuanto llega el buen tiempo, llama la atención la cantidad de puestos “caseros” que pone la gente a las puertas de su casa o a los bordes de las carreteras secundarias. Basta una mesita y un cartel para anunciar que venden las verduras y las frutas que ellos mismos han cultivado en sus jardines y huertos.
Los espárragos marcan el punto de inicio de toda esta feria comercial casera. Unos espárragos gordos y blancos que están buenísimos. Para mi gusto, a veces, demasiado hebrosos, pero de sabor… estupendos. Además dicen que son especialmente buenos para la salud. Como todo, supongo. Pero lo que sí es cierto es que para la “operación bikini” van fenomenal y quizá por eso, durante esos dos meses los encuentras hasta en formato yogur. Es una cosa impresionante.
A finales de mayo también empiezan a aparecer las conocidas como “patatas nuevas”. Mis favoritas. Y es curioso porque en el supermercado siempre encuentras redes con un kilo, dos kilos… hasta cinco kilos. Patatas de batalla. Pero de pronto aparecen cajas de cartón llenas de patatas sucias, informes, grandotas y a granel. Esas son las buenas.
Hay que cogerlas con la manita y seleccionar uno mismo las que quiere. Después las lavas en casa y son deliciosas. Nada que ver con las que vienen en red. Además, inexplicablemente suelen ser más baratas. Igual que si hay suerte y las encuentras al borde de algún camino, como decía. Allí puedes hacer con un buen saco de patatas. Eso sí… hay que consumirlas deprisa, porque por alguna razón física que desconozco, las verduras en Austria duran un abrir y cerrar de ojos. No tienen conservantes y empiezan a estropearse y pudrirse en cuestión de días. Lo digo para que nadie pique y compre 10kg si no piensa alimentarse exclusivamente de patatas toda la semana. Que es el tiempo que le van a durar antes de tener que tirarlas. Y eso se aplica a todas las verduras, frutas y tubérculos que hay. Hay un ligero margen, por ejemplo en las manzanas… que son eternas, pero lo mejor es no contar con más de 10 días para ningún alimento. De ahí su calidad y su sabor. En el caso de las patatas nuevas no les doy más de 3 días. Se estropean en seguida, pero eso sí, a cambio, tienen un ligero toque a nuez y un sabor muy suave, que las hacen tan cotizadas.
También es temporada de fresas. Que acaban apareciendo en todos los platos de la casa. Su temporada se extiende hasta agosto, más o menos. Grandes, dulces y aromáticas. Pero perecederas en cuestión de horas. Cuidado con esto. Y que conste que yo adoro las fresas. Otro día os hablaré de la leche de este país, que es magnífica. Pero uniendo ambos ingredientes: leche y fresas, se consiguen los mejores batidos que podáis imaginar.
Por último, mencionar que en mayo también florece el saúco. Planta medicinal por excelencia, sobre todo por su labor desintoxicante, laxante, antiviral y antiinflamatoria.
Sin embargo en Austria se consumen sus bayas sin mayor problema y al final de mayo empiezas a ver las mermeladas, jarabes, siropes e incluso algunas personas hacen pastel de sauco, lo que al fin y al cabo mata dos pájaros de un tiro. Calma el hambre y cura la enfermedad. Y está bastante bueno. Si venís a Austria desde finales de abril hasta finales de junio… sentaos a la mesa, que os sentará muy bien!
Después, al final de la primavera comienza la temporada alta para el sibarita. Se cosechan los primeros espárragos, florece el saúco, maduran las fresas tempranas y, durante un breve período de tiempo, se cosechan las “patatas nuevas”, la primeras patatas.

20.4.14

DECORAR HUEVOS DE PASCUA



Esto es todo un arte. Decorar los huevos que servirán de adorno durante la Semana Santa e incluso algunos días previos, es toda una tradición. Es divertido y a la vez relajante, pero además sirve para pasar tiempo con la familia o con los amigos, porque es con ellos, sobre todo con ellas, con quien se suele llevar a cabo el ritual.
Lo primero es “soplar el huevo” es decir, hacerle un pequeño agujerito por cada lado. Uno por arriba y otro por abajo. Y después con una aguja tratar de romper la yema. A continuación se sopla (literalmente) por uno de los agujeros y así se consigue que todo el líquido salga por el otro. Despacio, sin prisa, con mimo… y se consigue. Luego hay que limpiarlo bien, con agua… y dejarlo secar.
Una vez que tenemos el huevo listo, llega el momento de decorarlo. Y es aquí donde se reúnen las mamás con los peques de la casa, ponen sobre la mesa toda suerte de pinturas y colores y manos a la obra. La imaginación no tiene límites. Luego, una vez secos, se pueden barnizar. O no. Y se pueden atravesar con un cordón para colgarlos de adorno donde uno quiera. En otros países se rellenan y después se rompen las cáscaras para comer el chocolate de dentro, pero no en Austria. Aquí solamente sirven para decorar.
Aunque esta no es la única forma de decorar huevos. Ni mucho menos. Se puede hacer con huevos de madera, de tela, de cera, de cartón… con lo que uno quiera. De hecho, en los mercadillos de Pascua hay una cantidad de posibilidades e ideas que uno no sabe ni por dónde empezar. Suelen ser simplemente decorativos y sirven para regalar más que nada, pero es que son tan bonitos y tan originales que sólo verlos ya hace que uno desee tenerlos todos. A mí es que me vuelven loca.
Los hay de todos los tipos, colores y tamaños. Y lo mismo pasa con los precios, puedes comprar uno de cáscara de huevo natural por menso de un euro o uno de madera nacarada por 18 euros. Eso cada uno con sus preferencias. Incluso en los mercados más elegantes del país se pueden ver algunos troquelados y horadados. Eso más parece un tapete de ganchillo que un huevo, pero el efecto es maravilloso, son tan delicados y tan bonitos… aunque da miedo tocarlos por lo frágiles que parecen. En fin, hay de todo, incluso los hay pintados por niños. Que al fin y al cabo son los más cotizados, los que te pitan tus niños, o los niños de los vecinos y te los regalan… esos no tienen precio.
 

17.4.14

LA INDOLENCIA VIENESA



Dicen que los vieneses son especiales. Para mí todos los austriacos lo son y no siempre en un sentido positivo. Pero es cierto que el caso de los vieneses es algo destacable. A mí es que no deja de sorprenderme.
Se dice que son personas que disfrutan paseando por los cementerios una tarde de sábado… y no debe andar muy desencaminada la cosa. De hecho, en cuanto llega el otoño, se visten de negro de los pies a la cabeza y se enlutan extraoficialmente hasta que llega la primavera. En ese momento, cogen toda la ropa de colores de su armario y sin orden ni concierto se la ponen como si hubiera premio para el conjunto más psicodélico y delirante de todos. Te centellea la pupila. No hay término medio.
El caso es que esto se hace extensivo a todos los ámbitos de su vida diaria. Y es que los austriacos son gente muy cariñosa, pero los vieneses están hechos de otra pasta. No digo que no sean cariñosos, a su manera, lo que sí es verdad es que tardan siglos en llegar a ser capaces de demostrar ese afecto. Viven en eterno pique con todos los demás austriacos procedentes de otras ciudades. Y es que tienen una forma de ser bastante peculiar. Me explico: un vienés nunca, jamás, te dirá que no a una propuesta.
Ellos suelen decir que sí a todo. Un sí abierto y carente de garantía. Pero un sí. Y después… desaparecen literalmente. Un vienés nunca jamás se enfrentará contigo, simplemente dejará de hablarte, de contestarte al teléfono, de leer tus mails e incluso cambiará de bar si es necesario para esquivar la fea tarea de tener que arrojar una negativa. Tú quedas con un amigo en tomar café y pueden pasar dos cosas. Si la fecha era en firme, te mandará un mensaje de texto (que bastante impersonal) para cancelar la cita, 20 minutos antes; y si la fecha estaba en el aire… nunca volverás a saber de él.
No es una postura muy valiente, pero es lo que hay. Lo que quiere decir que si hacéis una solicitud oficial de cualquier tipo y no les interesa, no pueden ayudaros o simplemente no quieren, no se van a molestar ni en contestar. Porque si no es el caso, contestan (incluso desde la Administración pública) en cuestión de segundos. Y esto hay que tenerlo en cuenta. Insistir no sirve absolutamente de nada. No van a contestar y punto.
Hacer amigos, no es fácil y si os parece fácil… es que no estáis conociendo vieneses sino gente de cualquier otro punto del país, que es la mayor parte de la población de Viena, incluso de otros países. Es una ciudad fabulosamente cosmopolita en ese sentido.
Los vieneses son indolentes, por no decir pasotas, y lo saben. Incluso se sienten orgullosos de ello. Y parece que nada puede conmoverlos hasta que uno cruza la línea entre lo que prohibido y lo permitido (o lo que ellos consideran que está prohibido que esto es materia de otro post diferente), caso en el que saltan como dragones y dan rienda suelta a sus más bajos instintos y mala educación.  Pero eso pasa poco. Lo normal es que te ignoren de la forma más absoluta. Conoceréis gente de otras ciudades y os encantará.

15.4.14

CONDUCIR EN AUSTRIA



Austria puede parecer un país tranquilo, pacífico y relajante. Podría serlo, no digo que no. Pero nunca te interpongas en el camino de un vehículo en marcha. Yo tengo la teoría de que los austriacos, con toda su educación y calma, se suben al coche y se transforman. Se alteran y se vuelven monstruos excitados que se mueven por instinto y que no ven más allá de su volante. Eso sí, nunca pitan. Y si lo hacen, es raro. O es que no son austriacos, que también puede ser.
Para conducir en Austria hay que tener en cuenta varias cosas. La primera es que, pese a que se rigen por el sistema internacional, no obedecen las mismas normas de seguridad que el resto de Europa, por ejemplo, conduce siempre a la velocidad que les da la más absoluta gana, a no ser que haya un radar por el camino, es decir, zona residencial significa que los coches irán a la máxima velocidad que les permita el trazado de la calle, siendo esta 30km/h o 90km/h. Y esto se aplica a todas las vías. Ni señales de tráfico ni memeces… si no hay obstáculo visible… corremos. Otra cosa es que dos coches tengan que compartir un carril, en cuyo caso, ambos vehículos pueden llegar a detenerse por completo como si ambos tuviesen púas en sus costados y pudiesen
pincharse entre sí. Entre un coche y otro hay que dejar un metro de espacio. Un metro por coche, quiero decir… y al menos medio metro más entre el coche y la acera cuando están en movimiento. Lo que a veces hace que sea casi imposible circular y los vehículos “aparquen” mientras el otro se quita de su camino. Esto siempre me ha hecho pensar en la antigua teoría del “Espacio vital” de los alemanes… al final, va a ser verdad.
Luego los verás conduciendo sin cinturón, en viva charla por su móvil o incluso mandando un mensaje o grabando un video. Eso… es normal. O bien, los puedes ver pararse donde les parezca bien. Sin dar explicaciones ni avisar, ni mucho menos pedir permiso. Yo me quiero parar aquí y aquí me paro. Lo que no se aplica a la hora de aparcar, porque para eso sí que son hiperescrupulosos.  Aparcan donde está permitido y pagan su aparcamiento si hace falta (porque el timo de pagar por aparcar en la calle no es prerrogativa española, aquí también pasa y es caro).
Y otra cosa muy positiva es que no sólo saben dónde está el intermitente, sino que además lo usan. Cosa que, por ejemplo en España, debería ser una opción al comprar el coche, porque si no lo vas a usar nunca… que te lo descuenten, no? En Austria se pone, se usa, se respeta y es matemático. Tú lo das y las puertas del mundo te son abiertas. Un placer.
En resumen. Lo cierto es que la forma de conducir en Austria es bastante caótica y muy muy agresiva. Sin embargo, no lo hacen mal puesto que hay muy pocos accidentes. Son buenos conductores. Lo que no quiere decir que para el turista sea fácil. En trayectos largos es más fácil, pese a que la calidad de su pavimento es pésima (claro  que el precio de sus autopistas es ridículamente barato y su clima hace imposible mantener la calidad al nivel que en España o en Italia). Pero cuando uno tiene que entrar en ciudad… suda la gota gorda.    
Especialmente en los cascos antiguos. En el centro de Viena, uno aprende en propia carne, lo que es amar a Dios en tierra ajena. Sudas, lloras, te agotas y después de muchas horas de estar perdido… aparcas y te vas a un bar. El trazado de sus ciudades no es lógico y las callejuelas son estrechas y serpenteantes, la gente cruza cuando y por donde le parece mejor, las bicicletas van a su ritmo y cuando crees que no se puede ir a peor… aparece el tranvía. Aterrador. ¿Conclusión? Si vas a viajar a Austria y la quieres disfrutar, coge el transporte público que es fantástico y déjate mimar. No te compliques alquilando un coche y sufriendo gratis.

13.4.14

LOS BARRIOS DE VIENA



Viena, como el resto de las ciudades está distribuida en sectores y barrios. Concretamente, en este caso, son 23 barrios. Se van distribuyendo a lo largo de todo el territorio de forma circular, empezando por el centro.
Es muy fácil ir de uno a otro e incluso perderse, porque en realidad se trata de una distribución más burocrática que otra cosa, pero sí es cierto que su distinción nos ayuda un poco a saber dónde está cada cosa.
También es importante decir que para cualquier turista, saber el nombre de un barrio o de otro sirve siempre, para localizar monumentos y restaurantes, pero los vienes de pro… conocen los nombres de oídas, para ellos, cada distrito tiene un número y por ese número lo conocen.  Mentalidad centroeuropea.
Por ejemplo, el distrito más famoso por excelencia es el primero. Es el Inner. Ahí es donde se encuentra la Catedral de San Esteban, el Palacio del Hofburg, el Ayuntamiento y los monumentos principales. El distrito 2 es el Prater y ahí es donde se encuentra el parque del mismo nombre y la famosa noria y así…. Hasta 23.
¿Cuál es el mejor barrio? En mi opinión es el 7: Neubau. Es el barrio de los estudiantes, de los artistas, de la gente más divertida de la ciudad y, por supuesto, las tiendas más de moda y los bares y restaurantes más “cool” están en este barrio. Aunque para vivir es imposible porque los alquileres son carísimos y los pisos son muy, muy viejos. Así que no merece la pena.
El barrio más “elegante”… por decirlo justo así, de una forma “elegante”, es Hietzing. Ahí es donde viven las estrellas de la tele y la gente famosa, donde están las mansiones más grandes y suntuosas (aunque en mi opinión no es para tanto) y donde están dos de mis parques: Schönrunn y Lainz. Es un barrio bastante bonito, pero también es uno de los más caros y no sólo me refiero al alojamiento, sino también y sobre todo, a los bares y restaurantes. Pezing, el distrito 14, también es del mismo estilo, pero un poco más rural y más natural. Menos… digamos, “pijo”. Aunque también es verdad que está más lejos, más aislado y que en realidad parece un pueblecito aparte.
El peor distrito es el 16… Ottakring. Empezó siendo un distrito obrero, pero actualmente es un barrio que concentra la mayor tasa de delincuencia. Mucha inmigración, mucha gente sin trabajo, mucha mugre, mucho gris y desde luego no es nada turístico. Aunque si bien es cierto que sí tiene tiendas muy muy baratas y también algunos de los restaurantes étnicos más fabulosos de toda la ciudad. Y qué precios!!
Favoriten, el 10, es también un distrito repleto de inmigración, pero el ambiente es completamente distinto. Tampoco es muy turístico, aunque si lo que quieres es comprar, comer bien y barato, encontrar los mercados y mercadillos más auténticos y conocer a la gente más divertida, digan lo que digan, este distrito es perfecto.
Ladstrasse, el distrito 3, es un tanto económico. Muchas oficinas y mucho movimiento. Lo que más me gusta es el aire cosmopolita de este barrio, sus tiendas, quizá las más internacionales de la ciudad y el ambiente que se respira. Eso sí, es un barrio de día, por la noche… parece que todo el mundo se va a otra parte.
Los distritos 21 y 22: Floridsdorf y Donaustadt, son bastante modernos, llenos de edificios y centros comerciales. De hecho ahí es donde se encuentra la ciudad de la ONU, la Torre del Danubio… y están al otro lado del río, así que para ir allí hay que cruzarlo por esos fantásticos puentes que se iluminan de noche. No son muy turísticos y tampoco es que se muy recomendable ir allí a pasar el día, pero está bien ir a conocerlos. Algunas parejas jóvenes, se van a vivir allí porque es bastante más barato que en el centro (en realidad cualquier lugar a las afueras no sólo es más barato sino que ofrece una mayor calidad de vida en cuando a lo que al piso en sí se refiere. Prometo contaros más adelante cómo son las casas austríacas y me entenderéis mejor).
Si lo que queréis es visitar la ciudad y lo hacéis por primera vez, yo haría un recorrido por los 7 primeros distritos y después cogería el metro para ir al 13, para ver Schönbrunn y no me iría mucho más lejos. Pero esto, sólo es un consejo.